Stephen King y los 18 niños muertos en Texas 

La primera novela que escribió  Stephen King se titula Rage (1977). Irónicamente no es una historia de terror ni de fenómenos paranormales. 

Rage asustó a los lectores de King porque narra un hecho prácticamente irreal. ¿En serio los lectores de entonces iban a creerse que un jovencito llamado Charly Everett tomaría un arma para asesinar a mansalva a sus compañeros de escuela? 

Era casi lo mismo que imaginar la invasión de seres extraterrestres. O una niña con poderes psíquicos dirigidos a aniquilar a sus semejantes. 

La novela no fue un éxito de ventas y tampoco está entre lo mejor de Stephen King pero subrayo un dato curioso: la historia se narra desde el punto de vista del propio muchacho multihomicida. 

King nos describe con precisión y eficacia lo que bulle en la cabeza de Charly Everett. 

No lo compadece pero trata de entender los demonios interiores que dominan a ese criminal adolescente. 

Años más tarde sucedió la masacre en la escuela secundaria de Columbine (20 de abril de 1999), donde dos estudiantes asesinaron a 12 menores de edad y una maestra. 

La opinión pública se indignó por el hecho, lo mismo por el asesinato de estos menores que por la novela de Stephen King. 

Casi llegaron a culpar al autor de Rage por haber inspirado este acto criminal. 

Stephen King, quien además de poseer una poderosa inteligencia, es una de las personas más centradas y juiciosas del mundo, decidió cortar por lo sano. 

Sacó de la circulación su novela y ordenó a su editor que no volviera a publicarla (retornó a las librerías y a Amazon recientemente). 

Y aquí tocaré un tema que King ha abordado en muchas entrevistas de prensa y televisión. 

La Segunda Enmienda de Estados Unidos se aprobó en 1791 y dice a la letra: “Siendo necesaria una milicia bien ordenada para la seguridad de un Estado Libre, no se violará el derecho del pueblo a poseer y portar armas”. 

La Segunda Enmienda se creó para la gente de su época que vivía en riesgo constante de perder su recién formado Estado Libre. Nada tiene que ver con los tiempos modernos. 

Las armas de aquel siglo eran muy simples, rústicas, y con un grado de letalidad incomparablemente inferior a las actuales armas de grueso calibre. 

Si en Estados Unidos se aprobara una restricción para la compra y portación de armas, el riesgo de estas masacres se reduciría notoriamente. 

Si en vez de 100 balas por cargador se obligara legalmente a reducir su capacidad a 10 balas, la posibilidad de estas matanzas disminuiría considerablemente. 

La ocasión hace al ladrón y también, a veces, al asesino. 

Pronto vendrán elecciones para renovar las dos Cámaras en EUA. Es muy probable que ganen (o más bien arrasen) los republicanos. Así lo pronostican las encuestas. 

Y en su agenda trumpista está no tocar ni con el pétalo de una rosa la Segunda Enmienda. 

Dicho de otro modo, las masacres en escuelas de EUA seguirán ocurriendo. 

Apenas sucedió la tragedia de Uvalde, Texas (donde un atacante de 18 años irrumpió en una primaria matando a 18 niños y un profesor) cuando Stephen King publicó las siguientes palabras en Twitter: “¡Control de armas ahora! ¡Alto a la masacre de inocentes!”. 

Al final de la novela Rage, el multihomicida Charly Everett es detenido con vida. Por una inexplicable razón, Stephen King no quiso matarlo. 

La novela concluye con unas palabras de Charly muy simples y al mismo tiempo muy misteriosas: “Debo apagar la luz. Buenas noches”. 

¿Debemos apagar la luz de la razón y el sentido común?