Mi papá, Román Campos Rodríguez (santo varón), nació en 1921 en un ejido del municipio de Montemorelos y me platicaba que los pocos años que alcanzó a cursar de primaria no llevaba libreta ni lápiz, sino que los alumnos utilizaban para apuntar, con un pedazo de carbón, una superficie de una piedra plana a la que llamaban “pizarra”.
La famosa pizarra era usada a diario y diario, a la salida de la escuela y al final de la tarea era lavada en el río para volverla a usar al otro día.
¿Cuál tableta? ¿Cuál Ipad? ¿Cuál PC?
Escribo estas letras a media noche del domingo, o primeros minutos del lunes mientras una inefable Guadalupe Taddei Zavala, Consejera Presienta del Instituto Nacional Electoral dice en cadena nacional lo que ya sospechábamos desde hace meses: Claudia Sheinbaum es la primer mujer en ocupar la primera magistratura del país.
Gracias señora Taddei, pero no gracias, porque nos tuvo con los pelos de punta a todos los mexicanos que la esperábamos con ansias.
Y como cantaría “El Divo de Juárez” ¿Pero qué necesidad?
Papá aprendió a escribir en una piedra, pero mi nieta Emilia, a sus dos años, es docta en el manejo del teléfono inteligente que tenga a la mano…
¿Qué quiero decir con esto? Que el mundo ya piró.
O no se han dado cuenta nuestras autoridades gubernamentales que los sistemas digitales llegaron para quedarse, y que incluso pueden servir ¡para contar votos en las elecciones!
Me queda claro que la digitalización no es la mayor de las aficiones de la 4T sino al contrario, pero se supone que el INE es ciudadano, o eso era.
Por fortuna la violencia en esta jornada electoral fue mínima en comparación a lo que se esperaba, pero seguir votando en casillas, a la antigüita, como que son ganas de joder a los viejitos que no pueden llegar en su silla de ruedas hasta muchas casillas instaladas en agrestes condiciones.
El futuro de nuestra democracia electoral es digital o no es.
Por cierto, después de depositar mis votos en mi casilla nadie me preguntó por quién voté, así que, ¿cuál encuesta de salida?