Yo no sé a qué patético bardo se le ocurrió la fantoche calificación de llamar “Fiesta de la Democracia” a la jornada electoral en nuestro país.
Yo he cubierto elecciones desde 1985, y créame, lo que menos tienen las contiendas es ambiente de festejo, sino muy por el contrario.
¿Cuántos muertos y cuántos atentados y cuántas agresiones se han contabilizado en estas, las supuestamente mayores elecciones de todos los tiempos en nuestro país?
Los datos apuntan más a sepelio que a pachanga…
Y sin embargo, para no estarnos quejando el resto del sexenio, no le pido a usted que amablemente me lee o me ve, sino que le exijo que cumpla con su obligación ciudadana y mañana vaya a votar.
Este domingo desayune rico con su familia, váyase a misa si estas son sus creencias o al culto, pero si son varios los mayores de edad en casa, salgan todos a emitir su voto. Póngales usted el ejemplo a sus hijos y a sus nietos, si es el caso.
Olvídese usted de los políticos y los analistas de café o cantina. Esos no resuelven nada.
Piense bien su voto, pero emítalo a favor de quién usted quiera.
El poder del voto es el poder del pueblo y todos somos pueblo.
Hoy 2 de junio a los mexicanos nos va la vida en ello.